Se considera miel de montaña la recolectada a una altitud de mínimo 800m. En España, la miel de montaña más frecuente procede de mielatos típicos de la miel de bosque (encina, roble, castaño, etc.) y otras variedades multiflorales.
Tiene un color oscuro, un olor floral dominante con algunas notas afrutadas, malteadas o terrosas, según las floraciones presentes. El gusto es dulce, pero matizado por notas saladas. La cristalización es variable.
Posee características diferentes en función de la zona de cosecha, debido a la extraordinaria diversidad de pólenes.